sábado, 22 de septiembre de 2007

Rodar como una noria


Foto by Kamon: LUMIX DMC-LX1 (sin retoques) (si pulsas sobre ella aumenta de tamaño)

Si Paco se enamoró de Julia no fue por sus ojos de gata, ni por su piel de pantera, ni por su cuerpo de avispa, ni por sus hechuras de jaca, ni nada que se pareciera a un documental de naturaleza, pues ella más bien tenía anchuras más que hechuras. Usaba tanto maquillaje que apenas se veía piel, el cuerpo esclavo del vestido de cada noche, y los ojos siempre tan rojos que parecían luces de freno, y eso es jodido de cantar. Y Paco la quería.
- ¿Pa qué me quieres tanto Paco?
- Pa ná, pa quererte.
- Si yo no te quiero ni .
Y Camilo Sesto, oportuno, tronaba por el bafle recordándole al camionero que vivir así era morir de amor, momento que aprovechaba el enamorado para empezar un morreo, que de mal aprendido y de bien mecanizado, parecía un niño bebiendo a morro en el grifo del patio del colegio.
- ¿Vamos parriba Paco?
- Espera, que me gusta esta canción.
- Pues invítame a otro cubata.
En la cama, el repertorio amoroso era tan rutinario, que si hubiesen cambiado una sola nota el primer trompeta se vería perdido. La directora de orquesta, impasible y sabedora de las limitaciones del virtuoso, marcaba un compás tan demoledor, que cuando acababa, aún no habían ni sudado los dos hielos del cubata.
- ¿Paco nos tomamos otro lingotazo?
- No puedo, hoy voy apurao.
- Que no me entere que de vuelta no paras aquí.
Paco, con sus dos manazas sobre el volante, en la soledad de su cabina, sabía que Julia no era como todas, mientras Julia, con sus dos manos en un cubata y un Ducados, en la soledad momentánea de la barra del Paqui´s, pensaba que todos eran como Paco.