miércoles, 22 de diciembre de 2010

ESTÁS AQUÍ.

Foto by Kamon. LUMIX DMC-LX1


No te preocupes, le dije.


Paseando por la playa, vimos las olas borrando nuestras huellas. En el silencio que se creó entre nosotros cabía el universo entero, con sus cielos y sus dioses, con sus amores y últimos alientos.


No te preocupes, le dije. Nosotros no seremos esas huellas que las olas ha borrado, nosotros seremos esa roca que la ola bate inmisericorde. Y en la sonrisa que se dibujó en su cara, cabía toda nuestra vida pasada y presente. Su enfermedad, y las noches de reyes.


Hoy he vuelto a pasear por la playa, y al ver las olas borrar mis huellas, he llorado. Pero al levantar la cabeza, y ver la roca impasible entre las olas, he recordado su sonrisa, toda nuestra vida pasada, y las noches de reyes.


No te preocupes, le dije.

sábado, 24 de octubre de 2009

SUMMER TIME

Foto by Kamon OLYMPUS Stylus 1030 SW (si pulsas sobre ella aumenta de tamaño)


Volar en azul,
nadas bajo el espejo
con carpa roja



sábado, 3 de mayo de 2008

Rainbow V-30

Foto by Kamon: LUMIX DMC-LX1 (si pulsas sobre ella aumenta de tamaño)

luces de neón
tras cortina de ducha
casita blanca

sábado, 22 de septiembre de 2007

Rodar como una noria


Foto by Kamon: LUMIX DMC-LX1 (sin retoques) (si pulsas sobre ella aumenta de tamaño)

Si Paco se enamoró de Julia no fue por sus ojos de gata, ni por su piel de pantera, ni por su cuerpo de avispa, ni por sus hechuras de jaca, ni nada que se pareciera a un documental de naturaleza, pues ella más bien tenía anchuras más que hechuras. Usaba tanto maquillaje que apenas se veía piel, el cuerpo esclavo del vestido de cada noche, y los ojos siempre tan rojos que parecían luces de freno, y eso es jodido de cantar. Y Paco la quería.
- ¿Pa qué me quieres tanto Paco?
- Pa ná, pa quererte.
- Si yo no te quiero ni .
Y Camilo Sesto, oportuno, tronaba por el bafle recordándole al camionero que vivir así era morir de amor, momento que aprovechaba el enamorado para empezar un morreo, que de mal aprendido y de bien mecanizado, parecía un niño bebiendo a morro en el grifo del patio del colegio.
- ¿Vamos parriba Paco?
- Espera, que me gusta esta canción.
- Pues invítame a otro cubata.
En la cama, el repertorio amoroso era tan rutinario, que si hubiesen cambiado una sola nota el primer trompeta se vería perdido. La directora de orquesta, impasible y sabedora de las limitaciones del virtuoso, marcaba un compás tan demoledor, que cuando acababa, aún no habían ni sudado los dos hielos del cubata.
- ¿Paco nos tomamos otro lingotazo?
- No puedo, hoy voy apurao.
- Que no me entere que de vuelta no paras aquí.
Paco, con sus dos manazas sobre el volante, en la soledad de su cabina, sabía que Julia no era como todas, mientras Julia, con sus dos manos en un cubata y un Ducados, en la soledad momentánea de la barra del Paqui´s, pensaba que todos eran como Paco.

jueves, 17 de mayo de 2007

El Nadador

Foto by Kamon: LUMIX DMC-LX1 (sin retoques) (si pulsas sobre ella aumenta de tamaño)

Burt Lancaster aparece en la pantalla, no un poco cansado como cantaban "Los Nikis" de otro actor semidesnudo, sino todo lo contrario. Con cincuenta y cinco años, hecho un coloso, todo sonrisa y piel bronceada, está al borde de una piscina y de repente tiene una visión-misión, decide volver a su casa cruzando el condado nadando de piscina en piscina, nadando por un río imaginario de agua estancada al cual le pone nombre de mujer, el de su mujer. "El Nadador" (The Swimmer) dirigida por Frank Perry en 1968, está basada en un relato corto titulado igual de el escritor norteamericano John Cheever (llamado el "Chejov de los suburbios" y que tiene un breve cameo en la película), y donde se funden tres mitos básicos en mi vida para poder respirar, Burt Lancaster (un tipo al que jamás se le ha visto en un bodrio), el cine de los 60 (un cine con más defectos que virtudes, virtudes destiladas con lo mejor de las anteriores décadas, y su apostolado en lo mejor de las décadas siguientes) y los relatos de autores norteamericanos (sin cuya existencia jamás habría levantado la cabeza de un libro resoplando). A Burt ya lo conocéis, la película la buscáis, y el relato aquí os lo dejo para que disfrutéis, que con este calor yo me voy a zambullir en una piscina de cerveza fría, ¡¡Allí os espero!!

Esta es la dirección donde está el relato: http://www.telecable.es/personales/agee/johncheever/elnadador.html

martes, 8 de mayo de 2007

Piruleta salada


Foto by Kamon: LUMIX DMC-LX1 (sin retoques) (si pulsas sobre ella aumenta de tamaño)

Sin mentiras, esto no es un invento mio, lo vi hace tiempo en un informativo de TV y me decidí a probarlo, como el resultado es espectacular le dedico un capítulo. La piruleta salada sorprende por igual al cocinero y al comensal la primera vez que se hace y se prueba, por lo tanto, disfrute garantizado. Cortamos dos láminas finas de patata, sobre una de ellas colocamos una lonchita de jamón más o menos de su tamaño, ponemos también el extremo de un palillo que servirá de palo de piruleta y sobre esto la otra lámina de patata. Este proyecto de piruleta lo metemos en el microondas a tope durante 2 minutos (en el de mi casa por lo menos) y ya está. En boca es crujiente como una papa de aperitivo y con un final a jamoncito tostado inundando el paldar. Si le echais unas gotitas de aceite sale más dorada, también la he hecho de sobrasada con ajitos tiernos (la mejor sin duda) y de cabeza de jabalí (segundo premio). Bueno y ya está, solo me queda darle un traguito a la cerveza para bajar la piruleta y sentir que el día ha merecido la pena.

jueves, 3 de mayo de 2007

Leyendas Urbanas III

Foto by Kamon: LUMIX DMC-LX1 (sin retoques) (si pulsas sobre ella aumenta de tamaño. Merece la pena)
El sol de junio sin ser muy castigador ya tenía dado el tono a las chicharras, que con su rutinario canto imitaban la fritura metafórica del día que se avecinaba. El sargento Canales, con tres años en el equipo de investigación científica de la Policía Nacional, hacía fotos minuciosamente al Hiunday verde manzana nuevo que se había encontrado abandonado en un claro próximo a la marjal de Pego-Oliva. Su jefe directo, el Inspector jefe de la Policía Científica Pepe Cuellar, miraba a un pequeño grupo de "patos de cuello verde" que se embuchaban sin reparos un escurridizo banco de samarucs. El inspector masticaba mecánicamente unos tramussos, y su mandíbula afilada parecía que jugaba con un hueso de aceituna antes de retirar de su boca la cáscara y depositarla cuidadosamente en una bolsita de plástico. Canales fotografiaba el vehículo como si quisiera hacer un álbum de sellos con las fotografías, en busca de algún detalle que aportara respuestas al por qué, de aquel coche abandonado y la desaparición de su ocupante. Desaparecido tres días y tres kilómetros a la redonda revisados palmo a palmo sin rastro de nada, solamente las huellas del conductor como recuerdo en el volante. Nadie sabía nada, nada sabían sus padres, nada sabía su hermana, nada sabían sus compañeros de trabajo, nada sabían sus amigos y nada sabía el inspector Cuellar que junto a su mejor hombre llevaba dos días buscando donde ya nadie encuentra. El único objeto que acompañaba a las huellas, era un libro de bolsillo tan desgastado que su presencia en el coche nuevo desentonaba tanto como un algodón de azúcar en un entierro. El libro se titulaba "La Metamorfosis", y en la primera página con letra infantil estaba escrito el nombre de pila del desaparecido. Canales, en su aburrimiento, decidió fotografiar a un escarabajo que merodeaba por unos residuos casi microscópicos. Después de hacer la foto recogió los restos orgánicos y los introdujo cuidadosamente en una bolsita de plástico, mientras que el escarabajo movía las antenas y giraba sobre sí sin alejarse del coche del cual parecía no quererse despegar. Cuando el inspector acabó la bolsa de tramussos se pasó los dedos por la comisura de los labios, chasqueó la lengua, y tras respirar hondo levemente, dio por finalizada la inspección, la búsqueda y el día. "Nos vamos Canales" le dijo sin mirar al sargento, y cuando subió al coche, volvió a sentir el viejo escalofrío del que no entiende nada, del que se da por vencido ante la dificultad de entender a los otros, del que se retira esperando que las respuestas lleguen por otros caminos, quizás volando, volando como ese escarabajo naranja que se había pasado la mañana merodeando por el coche abandonado, y que al inspector Pepe Cuellar le daba la impresión de que en su rítmico volar parecía querer llamar su atención, como si quisiera decirles algo.