martes, 17 de abril de 2007

Crónicas Marcianas

Foto by Kamon: OLYMPUS D- 535 (sin retoques) (si pulsas sobre ella aumenta de tamaño)
¿Quién no ha viajado a las seis de la tarde del mes de Agosto, y no ha esperado nunca que dentro de una nube cúmulo nimbo gigantesca y solitaria en mitad de una larga y recta carretera castellana, se escondiese una nave espacial, por supuesto venida de otro planeta, del tamaño de la de “Encuentros en la Tercera Fase”, por cierto, y abro aquí un paréntesis, ¿Soy yo el único que viendo Tiburón deseaba que el Capitán Quint (interpretado magistralmente por el salitroso Robert Shaw) tirará de una puñetera vez por la borda cual vil carnaza al pegajoso y tontaina del ictiólogo Hooper (interpretado por el no menos, pegajoso, tontaina y mal actor llamado Richard Dreyfuss) a ver si había suerte y se lo comía el tiburón de verdad y no hubiera hecho ninguna película más? cerramos el paréntesis. Y que este artefacto interestelar nos comunicara algo, aunque sólo le pudiéramos responder con el claxon del coche? ¿Quién no ha esperado estar contemplando plácidamente el firmamento, (mientras te inventas alguna estrella fugaz porque estás harto de que los demás las vean a pares y tú no), y como quien no quiere la cosa ver aparecer ante ti unas luces extrañas, que se mueven de manera extraña, a una velocidad extraña, y que desaparecen de forma extraña, haciéndote extraño protagonista de un fenómeno extraño? ¿Quién no ha deseado estar de acampada y despistarte un momento a miccionar y que una luz misteriosa y casi cegadora proveniente de la rampa de acceso de un platillo volante donde unos seres pequeños y macrocéfalos, tras anular nuestra voluntad, nos atrajeran como corderito al camión del matadero y fuera nuestro billete directo a la abducción? ¿Quién no ha soñado con no ir hoy a trabajar, disfrutar de este solecito bueno y de un paseo mañanero hasta la hora del almuerzo, tomarse un aperitivo a las once, unas bravitas, boquerones y unas papas acompañadas de un vermut o una cervecita fresca, y después seguir paseando hasta la hora de comer donde ya cada uno le pone nombre al plato? ¿Quién no ha tenido alguna vez estos pensamientos?
PD. Si el último pensamiento nunca lo has tenido, enhorabuena, que sepas que en algún momento de tu vida fuiste abducido y que seguramente te llamarás Richard Dreyfuss.

No hay comentarios: